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SINGLADURAS (Viaje americano)
- Concha Espina -

Ediciones Evohé
Colecc. El Periscopio Octubre 2010

ISBN 978-84-93742-92-8


 

 

 

 

 


 

Editor

Singladuras (Viaje americano)
Concha Espina

Prólogo


© Cristina Narbona

Este libro que está usted a punto de leer refleja una época turbulenta y llena de contradicciones tanto en España como fuera de ella. Pertenece a un período en el que Concha Espina se manifestó en la vanguardia de los ideales de libertades públicas y derechos civiles republicanos. Un período en el que la escritora santanderina se distinguió por su reivindicación de la igualdad de la mujer, reivindicación en la que algunos y algunas todavía estamos comprometidos por quedar tanto aún por hacer. Bastaría esto para adherirme a la magnífica idea de recuperar un texto de una de nuestras mejores escritoras del siglo pasado.

Pero además, en las páginas de Singladuras nos embarcamos con una mujer en un viaje que va más allá de la geografía, escrito y descrito con un amor y un conocimiento de nuestra lengua que hoy se añoran más que nunca.

Los ojos de Concha Espina muestran una especial sensibilidad hacia aquellos individuos y grupos injustamente marginados: los negros de Cuba y Estados Unidos, las mujeres de todas partes... Tanto unos como otros habían comenzado su lucha por la igualdad, y en algunos aspectos ya se observaban tímidos avances.

Ciertamente, esta particular preocupación de Concha Espina por los desfavorecidos tenía en ella raíces cristianas. Precisamente por ello, cuando me plantearon participar con unas palabras introductorias a la edición de este libro de viajes, lo primero que me vino a la cabeza fue la imagen de Concha Espina en sus últimos días, asociada al régimen franquista como tantos otros españoles que no optaron por el exilio y acabaron, voluntaria o involuntariamente, sustentando a la Dictadura.

Si años después de haber escrito este libro prevaleció en Concha Espina un posicionamiento tradicionalista, (tal vez como rechazo a la laicidad republicana), no puede desdeñarse la realidad de haberlo hecho bajo el catolicismo imperante en la sociedad franquista en la que puede decirse que, aquella raíz cristiana profundamente incardinada en la escritora, venció a la mujer soñadora de otras justicias. Alguien me dijo de ella en una ocasión: “Se trataba de una progresista atrapada en el cuerpo de una mujer esencialmente conservadora”. No me parece mal visto, siempre que a la hora de glosar su vida, recordemos también los momentos en los que encabezaba la defensa de Galdós o cuando en plena dictadura de Primo de Rivera arrancaba a Alfonso XIII el indulto del anarquista Alfons Vila i Franquesa –más conocido como Juan Bautista Acher o  Shum, su firma de pintor– acusado de terrorismo.

Porque puede parecer una simple anécdota el que esta mujer fuera la primera española en subirse a un aeroplano, pero no lo es, sobre todo teniendo en cuenta que fue una de las pocas escritoras profesionales de principios de siglo XX, colaboradora habitual de distintos periódicos en función de dónde se encontrara: ya en su tierra natal, luego en América, y más tarde, en su regreso a España, lo que supuso para ella una fuente de ingresos –el gran problema para la independencia de la mujer–. Y con un éxito literario lo suficientemente importante como para que incomodara a su marido, probablemente celoso del mismo. Con su separación ella rompió una lanza no sólo por su independencia personal, sino por la de todas las mujeres.

Sin embargo, lo que más interesa en este libro no es la peripecia vital posterior de la escritora, sino la constancia, la memoria escrita dejada por una viajera en una época en que pocas mujeres lo eran, independiente y separada (aunque nunca se pudiera divorciar), mujer de virtudes públicas en momentos en los que esto significaba una suerte de heroísmo. Así,  el valor de este texto es acercarnos un poco más a la lucha de las mujeres por la igualdad en los albores del siglo XX.

En su periplo americano se produce un encuentro entre distintas culturas, de manera especial entre mujeres de distintas culturas. Podemos hablar, por tanto, de un texto que ilumina la relación existente entre mujeres españolas, cubanas y estadounidenses, con sus muy diversas maneras de entender el mundo y de afrontar un mismo conflicto, pues  la presencia de la mujer en la vida pública de una sociedad moderna y su modo de participación en igualdad en la misma, eran, y aún son, a pesar de los progresos, un conflicto pendiente de resolver en demasiadas latitudes.

No es casual que Concha Espina centre su mirada en las mujeres intelectuales del Lyceum, institución que promovió la participación activa de la mujer en foros de cultura y sociales por todo el mundo, y de otras asociaciones de similares características que en Cuba la reciben, y en las injustas diferencias, sobre todo de carácter racial, que percibe por todas partes; ni que en Estados Unidos se interese de un modo muy particular por la figura de Anna Hyatt, ‘esposa de’ Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America en Nueva York; o por la de Lou Henry Hoover, esposa del presidente estadounidense; o por la de Alice Foote Mac Dougall, bussines woman emprendedora y de éxito sin parangón; o por la invisible Virginia Clemm, adolescente unida a Poe en el amor y la miseria; y, en fin, por la más o menos anónima mujer ‘saxoamericana’ entregada al maquinismo, al utilitarismo y a esa liberalidad física, que tanto la sorprenden y que tantas molestias se toma en matizar.

Pero no solo sorprende esa nueva mujer americana a Concha Espina en muchos sentidos, para bien y para mal. La segregación racial es asimismo algo que la sobrecoge en sus notas de viaje. Y, de manera positiva, la presencia de España en tantos rasgos culturales, lingüísticos…, incluso políticos; en universidades o librerías; entre la comunidad judía, cuyas raíces y desarrollo en el país de todos los dioses (entre ellos, el dios dólar) estudia con pasión.

Aunque hoy, tras un siglo de profundísimas transformaciones en España, Europa y gran parte del mundo, puedan parecer a veces tibios los posicionamientos progresistas de Concha Espina, lo cierto es que algunas de sus actitudes personales y los pensamientos de sus obras resultaron en su momento, allá por los años 20 y 30, enormemente atrevidos.

Así pues, en manos del avisado lector estará el valorar las en ocasiones más que curiosas reminiscencias, vistas desde nuestro presente, de sus visiones americanas; y discernir aquellas ideas que, sencillamente, pertenecen a una obsoleta manera de interpretar el mundo de aquellas otras que traslucen en las palabras de Concha Espina la reivindicación de derechos fundamentales que aún, tristemente, algunas mujeres y hombres de nuestro planeta apenas alcanzan a distinguir.

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