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OWANÉ, LA NIÑA QUE CRUZÓ EL RÍO
- Infantil -

Ilustrado por
Susana Saura

Eugenio Cano Editor, Madrid, 2011

ISBN:
978-84-93670-95-5

 

 

 






Owané


Esta es la historia que un padre cuenta por la noche a sus tres hijos durante dos semanas antes de dormirse, la historia de Owané, una niña valiente y distinta que deberá conducir a su pueblo hacia algún lugar donde el río no haya desaparecido por culpa de la locura de otros hombres y donde puedan volver a plantar sus frutos, dormir bajo la sombra de los inmensos árboles asante y cazar a los monos feos, que están muy ricos.

En su aventura, Owané viajará con sus padres Malawí y Mondongo, con Kamaré, el doctor sordo del poblado, con Luma, la constructora de cabañas, con Kato, que trenza las hamacas, con Mei y Virya que dan masajes a la gente... y se encontrará con elefantes enfadados, con cataratas, con colibríes más listos que algunos cazadores...

Owané aprenderá a conocer su propio valor y la fuerza de estar unidos siendo diferentes, y a la vez enseñará a sus padres y a sus amigos del poblado el valor de creer en otro mundo posible y mejor.

 


Dicen en el poblado que el día que Malawí sintió que su hijo ya iba a nacer estaba en la otra orilla, donde Mondongo, su marido, la había dejado por la mañana recogiendo semillas.

Malawí entonces juntó sus manos en la boca y con todas sus fuerzas llamó a Mondongo, porque no quería que su hijo naciera estando ella sola en la otra orilla.

Mondongo la oyó llamarle y bajó corriendo del árbol al que se había subido para buscar a los monos que cazaba. Eran unos monos muy feos. Pero en el poblado no los cazaban porque fueran feos sino porque estaban muy ricos y eran tan nutritivos que se habían convertido en su comida principal para poder tener fuerzas todo el día. Aunque también comían semillas y frutos.


Owaná


Mondongo, al bajar a toda prisa del árbol, se hizo una herida en la palma de su mano derecha. Pero él ni se dio cuenta, porque estaba muy preocupado pensando que Malawí daría a luz en la otra orilla, sola, y eso podía ser peligroso.

Llegó hasta el río y empujó al agua una de las canoas. Entonces descubrió la herida que se había hecho. Pero no le hizo caso. Era un cazador y estaba acostumbrado a hacerse heridas. Saltó a la barca y cogió los remos, pero la herida le dolía tanto que pensó que no podría cruzar el río, que no llegaría a tiempo de ayudar a su mujer y que su hijo nacería solo y en la otra orilla ...


Owaná

 

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